Quienes me siguen, ya sabrán que nos estrenamos dentro de la DOP Sierra de Salamanca, ya que nuestro vino correspondiente a la añada 2019 será el primero que tengamos calificado por la misma, siempre y cuando superemos los requisitos organolépticos y fisicoquímicos oportunos.

Desde el principio hemos mantenido la máxima de que para hacer un buen vino hay que utilizar la mejor uva y además debe vendimiarse en el mejor momento. Este año conseguimos cumplir con estos dos factores, pero también tuvimos una muy buena fermentación alcohólica seguida de forma espontánea por la maloláctica que, por primera vez se ha realizado en barrica.

A principios de noviembre comenzó la crianza, 3 meses después hemos hecho una cata en grupo con la intención de comprobar desde el punto de vista sensorial el estado del vino y el resultado ha sido muy satisfactorio.
Nos encontramos a principios de año y es quizás el momento de planificar el tiempo que va a permanecer el vino en barrica y cuál será la fecha de embotellado. Seguramente haremos una crianza de no menos de 6 meses y no más de 9 con la intención de preservar al máximo los aromas de las variedades Rufete y Tempranillo procedentes tanto de la uva como del terruño en el que se encuentran nuestras cepas.

Consideramos fundamental que el vino sea un reflejo del clima y el terreno en el que se elabora y por eso, entre otras medidas utilizamos barricas recicladas y nuevas. Las barricas recicladas transfieren menos aromas de madera al vino, eso sí, deben elegirse muy bien para evitar sorpresas desagradables a la hora del embotellado, además es otra forma de contribuir con la sostenibilidad de nuestros bosques.

Intentamos hacer el vino de la forma más natural posible, interviniendo lo justo tanto en la viña como en la elaboración, para ello cuidamos el viñedo de forma sostenible y apostamos por la calidad de la uva frente a la cantidad.
Mantenemos y mejoramos la estructura del suelo, así como la fertilidad de la tierra, utilizando materiales y técnicas ecológicas.

Fomentamos la sostenibilidad de la biodiversidad, para lo que evitamos el uso de productos químicos que la dañen y rechazamos las sustancias innecesarias que puedan adulterar el vino tanto en la viña como en la bodega manejando los tiempos y los procesos en su lugar.
Seguiremos controlando periódicamente la crianza y esperamos embotellar a finales del verano para poder comenzar a degustar nuestro Pedro Martín 2019 en el mes de diciembre.