A pesar del COVID-19, el campo sigue su ciclo y los viñedos han iniciado la brotación con el piloto automático puesto.
Llevamos ya algo más de un mes confinados en nuestras casas, algunos en la ciudad lejos de las viñas, pero a pesar de eso parece que todo marcha bien. De seguir así este año vamos a practicar viticultura de mínima intervención obligatoriamente. Veremos el resultado.

Desde el punto de vista climático estamos asistiendo a una buena primavera, ya sabemos que en esta estación ocurre de todo. Escribo esta entrada el 15 de abril, mientras lo hago estoy viendo un sol espléndido a través de mi ventana y sin embargo hace tan solo media hora llovía de forma importante.
Creo que de momento no nos podemos quejar. Hemos tenido un mes de marzo algo ventoso pero que nos ha permitido hacer las labores oportunas, afortunadamente abril está siendo lluvioso y con buena temperatura, esperemos que siga así, a ver si se cumple el dicho popular y entre los dos sacan a mayo florido y hermoso.

Ayer me enviaron unas fotografías de “La Hontanilla”, la viña que tenemos en Valdefuentes de Sangusín. Luce un aspecto fenomenal gracias a que hicimos los trabajos de poda en el mes de febrero y la abonamos y aramos justo el día anterior a que se decretara el estado de alarma.

Esta viña es monovarietal de Rufete, fue plantada a principios del siglo pasado y se encuentra a más de 900 metros de altitud, en una ladera orientada al sur, frente a la Sierra de Béjar.
La viña “El Calvario” también está al día; hicimos una poda larga en diciembre (limpieza de cepas y selección de pulgares) y en marzo, echamos el abono y la aramos. La idea era haber podado a finales de abril para retrasar la brotación, pero debido a las circunstancias del COVID-19 tuvimos que hacerlo antes y de forma un poco precipitada.

Ahora toca seguirlas por control remoto desde el confinamiento. Crucemos los dedos para que la climatología siga acompañando y para que no vengan esas fuertes heladas de finales de abril y comienzos de mayo tan habituales. El año pasado heló el día 24 y se llevó algunos brotes.
Mientras tanto, nuestro vino sigue en la bodega, durmiendo tranquilamente en las barricas, ajeno a todo lo que está sucediendo afuera y también bajo mínima intervención. Lo catamos una vez al mes y de momento el resultado es satisfactorio.